
Hoy me vienen a la cabeza varios de esos recitales, cuando uno buscaba la banda que lo conmoviera, que le haga mover un poco los pies, ante la ausencia de Los Redondos. Así fue que encontré refugio en los recitales de Las Pelotas, justo en el momento que ellos comenzaban a crecer como nunca y a jugar en "las grandes ligas" del rock nacional, tras tantos años de laburo de hormiga.
Estaban contentos Alejandro y Germán. Habían luchado mucho para llegar hasta ahí, siendo por años para muchos periodistas bocones el "lado B de Divididos"
Algunos tontos querían armar una estúpida división entre "Sokolistas" y "Daffunchistas", pero Alejandro no quería saber nada con eso: “Germán es un maestro como compositor y como guitarrista. Para mi es como un

Pero las grandes ligas y los compromisos que empezó a asumir Las Pelotas fueron demasiado para Alejandro. Daffunchio lo había ido a buscar para formar la banda tras la muerte de Luca y, 18 años después, se decían basta mutuamente, tras algún ultimatum que le habían puesto unos meses antes de la separación. El último show con Las Pelotas fue en el marco del Quilmes Rock, en River Plate, antes de la presentación de Los Piojos. Ese día venía muy mal y casi no voy al show, a pesar de que tenía la entrada. Por suerte estuve al menos un momento, para ver como el Bocha se sacaba la camisa y la corbata con la que se había presentado, para pelar una remera con un "Simplemente gracias" estampado. Ese show no se lo vio feliz, tanto que casi que ni rió. "Ni mostré un diente", diría poco después.
Otro Quilmes Rock que se recordará por siempre fue el del año 2007, al que también tuve la suerte de concurrir. Es que e

Tras la separación de Las Pelotas, el Bocha se metió de lleno en el proyecto con El Vuelto SA, la banda en la que empezó a formar parte cuando Las Pelotas le daba un tiempito. Por esa banda había pasado Catriel, hasta que se lo llevó Divididos ("Ya los voy a agarrar", decía Alejandro). También allí estaba su hijo Ismael en la guitarra, por quien se le caía la baba a Alejandro, y otros pibes de sangre joven de las escuelas de Arnedo y Gil Solá. Covers de Los Beattles, Pink Floyd y David Bowie. Temas de Sumo, Divididos, obviamente los más suyos de Las Pelotas y algunos temas propios que empezaban a formar el disco que saldría en 2009.
“Creo que hoy me está pasando lo mismo que en los principios de Sumo –decía– porque con El Vuelto existe ese clima onda "vamos a divertirnos, a tocar". Es una banda de rock cruda, abierta y espontánea. Yo pienso que ser rockero es, principalmente, hacer música. Y, paralelamente, ser una especie de expositor de lo que es la calle, la gente, los pibes”.
“A los 20 años yo era como un barriletito –contó hace pocos meses– porque andaba vagueando por estas calles (Hurlingham), tocando la guitarra y hacía mucho que no estudiaba. A los 16 conocí a Germán Daffunchio y después, la historia oficial: Timmy, Luca, Arnedo... A los 20 arranqué con Sumo, donde era tocar, descargar y cargar equipos, emborracharse, jugar, divertirse. Por suerte, sigo siendo así”.
Y siguió siendo así, andando sin hilo. Siguió siendo él su ley. Vivió de arrebato en arrebato, siempre con el impulso y las ganas de hacer lo que quería, aún poniendo su salud en juego. Es que ese era su talento, que lo tuvo como

Pero la muerte lo encontró casi 25 años después. Solo en la terminal de Río Cuarto. Su corazón, ese que él no quería que explote por 20 minutos de felicidad, le dijo basta a los arrebatos. Vaya paradoja, pasó al mundo de los inmortales justo en la provincia donde sabían refugiarse para encontrar la paz. Su cuerpo se quedó en el cementerio del Nono, ahí en Traslasierra, donde supo tener su centro de inspiraciones con Las Pelotas por varios años. Ojalá que su alma se haya reencontrado con la del Tano, en algún lugar donde no valga pensar, para zappear en el San Pedro Rock de las alturas.
Allí seguro seguirá andando como un buey.