BUENOS AIRES- En 1960, la versión inaugural de la Copa Libertadores no fue la prioridad para San Lorenzo. Primer equipo argentino en participar de la competición, llegó hasta las semifinales, donde se enfrentó con Peñarol. Tras dos empates (1-1 en Montevideo y 0-0 en Buenos Aires), debían jugar un tercer partido en escenario neutral para definir al finalista. Sin embargo, el CASLA aceptó disputar el decisivo match en el Estadio Centenario. Los uruguayos ganaron 2-1 y luego no pararon hasta la vuelta olímpica. El Ciclón nunca más llegó tan lejos en la Copa. Volvió en 1973 e Independiente lo eliminó en el grupo de semifinales.
Tras 15 años de espera, los famosos camboyanos metieron a ese equipo de garra y corazón en las semis de 1988. Pero Newell s le ganó los dos partidos y lo dejó sin final. En 1992, arrancó goleando por 6-0 a

l Newell s de Bielsa y el mismo rival lo sacó del torneo en cuartos. Cuatro años más tarde, conservó la base del campeón Clausura 95 y, dirigido por Bambino Veira, se enfrentó con River en semis. Aún hoy los hinchas recuerdan ese cabezazo de Ruggeri que salió al lado del palo. Crespo hizo los goles importantes y River marchó rumbo a su segundo título. Su entrenador era un joven riojano llamado Ramón Díaz.
En 2000, cuarto año bisiesto consecutivo, Ruggeri ya tenía puesto el traje de DT. Pero San Lorenzo no pudo pasar de pantalla en la primera versión de la Copa con este formato, donde por lo menos cuatro equipos argentinos compiten en la etapa de grupos. Tampoco lo logró en 2001, ya con Manuel Pellegrini de DT. En el mismo semestre de aquel inolvidable Clausura con récord de puntos para un campeonato corto (47), quedó tercero en su zona, detrás de Nacional de Montevideo y Deportes Concepción de Chile.
En 2002, se repitió el desencanto. Otra vez afuera de los octavos de final, donde arranca la verdadera Copa Libertadores de América. Una buena campaña de Pipo Gorosito en la temporada 03-04 le permitió jugarla nuevamente en 2005, otra vez con Bambino en el banco. Volvió a fracasar. Terminó último en su grupo, detrás de Chivas de Guadalajara, Once Caldas y Cobreloa.
Este repaso histórico ayuda a entender por qué la obsesión de San Lorenzo es América. Eliminado de la primera etapa en sus últimas cuatro participaciones, su último cruce mano a mano sigue siendo aquel empate en el Monumental contra River en 1996. Un partido que les cambió a la vida al Ciclón y a Ramón. Caminatas a Luján, rapadas, tinturas, cambios de hábito y todo tipo de locuras forman parte del menú de promesas que cumplirán los "cuervos" si salen campeones. Además, la institución cumplirá el Centenario el 1° de abril. Un suceso que, sin dudas, provoca aún más euforia en este año tan importante por historia y por presente. San Lorenzo debió atravesar más adversidades que ningún otro grande (sí, más que el sufrido Racing, por lo menos para mí). Le demolieron su estadio y lo convirtieron en un supermercado. Soportó casi 15 años sin casa propia mientras los hinchas rivales lo humillaban con la palabra "alquiler". Fue el primer grande en descender allá por 1981. Pero siempre estuvo su gente para respaldarlo. Por ejemplo, con una extraordinaria convocatoria que llenó todas las canchas durante aquel año en el infierno, la primera B de 1982. Original y creativa, su hinchada apeló al talento musical para sobreponerse a tanta malaria y compuso muchos de los grandes éxitos que hoy se escuchan en todas las canchas.
Este tramo de su historia, llena de obstáculos en los últimos treinta años, también sirve para comprender tanta expectativa ante este 2008. Pone todo a la Libertadores. Tantas veces mirado con cariño (lo ganó en 1995, 2001 y 2007), el Clausura no figura en el catálogo. Sólo la Copa. Empezó a armar su plantel en julio del año pasado. No pudo retener ni a Lavezzi ni a Ledesma, baluartes del último título, e incorporó a Aguirre, Torres, Bilos, Menseguez, Romeo y los intransferibles Michael y Emiliano Díaz. Ramón no habría contratado a sus hijos si no hubiera salido campeón. Y ni Michael ni Emiliano habrían llegado al club si su padre no fuera el entrenador.
Este acto de nepotismo, que los dirigentes aceptaron, retrata el punto débil del riojano más famoso. Cuando gana, se siente Zeus, un todopoderoso que hace lo que quiere. Hasta puede coquetear con River, decirle que no y quedar como un hombre de palabra ante la opinión pública. Tiene una increíble habilidad para adjudicarse las buenas y que no lo salpiquen las malas, como la mediocre campaña del semestre anterior. Este año duplicó la apuesta: Placente, D Alessandro y Bergessio. Tres refuerzos de garantía, pero con la coincidencia de una larga inactividad en sus respectivos clubes anteriores.
No estuvo solo a la hora de sumar voluntades e inversionistas para esta aventura. Marcelo Tinelli tomó las riendas del proyecto Centenario y prácticamente se hizo cargo del fútbol profesional. Convocó a Gustavo Ranucci, quien aportó buena parte del dinero para financiar la operación D Alessandro. En la presentación alla europea del número 10, Ranucci estuvo al lado de Rafael Savino, el presidente que no gobierna. Dirigente honesto, ha resignado toda capacidad de decisión. Fue el propio Tinelli quien desactivó el pase de Orión a Nápoli. Dueño de Radio del Plata, Marcelo convocó a Fernando Niembro para el segmento del mediodía. El efecto fue inmediato. En el muy escuchado programa, se destrabó la situación de D Alessandro gracias a un diálogo entre el periodista, que ofició de vocero del grupo inversor, y Gustavo Mascardi, el intermediario del pase...
Hoy San Lorenzo tiene garantizada una cobertura mediática a la altura de su emprendimiento. Sin embargo, los futbolistas no parecen cómodos ante tanta exposición y también están sobreexcitados. Tula conectó de un trompazo al arquero juvenil Centeno en un entrenamiento. El chico se quiso ir del club pero sus compañeros lo frenaron. Caliente por su frustrada transferencia, Orión amenazó a Falcao con mandarlo al hospital durante el River vs. San Lorenzo veraniego. Fue el único plantel que pidió dinero (un plasma) para que sus representantes formaran parte de la nueva apertura de "Fútbol de Primera". No hubo acuerdo. En su primer partido del campeonato, le echaron un jugador a los 4 minutos. Pasado de revoluciones, Ortiz fue a trabar dos pelotas con el pie en plancha y Lunati le marcó el camino de salida rápidamente.
Quizá le venga bien esta derrota inicial a todo San Lorenzo. Para bajar un par de cambios y recordar aquellos momentos de adversidad que lo hicieron fuerte como equipo y como club. Necesita tranquilizarse y dedicarse sólo al juego. Mañana tiene una gran oportunidad ante Caracas. En 2008, la Copa Libertadores tampoco es la prioridad para San Lorenzo. Es, directamente, su obsesión...
Opinión: Juan Pablo Varsky para el Diario La Nación, publicado el 11-02-08