En las buenas y en las malas hasta el fin...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Dislate azulgrana: PapuGoma Reloaded: "Los que me putean, que la chupen"

Tras una fugaz rehabilitación en el JTBorda Spa, este cronista se reintegró en la tarde de ayer al incansable buceo por la floreciente realidad azulgrana. Resueltos -además- los inconvenientes administrativos entre la estrella de este envío y la tibia conducción, que debió efectuar el pertinente resarcimiento económico, era tiempo de ir "a las cosas", como señalara el genial Ramón Bautista Ortega. La ocasión no podía resultar más propicia: el habilidoso enganche-delantero PapuGoma aparecía dispuesto a un mano a mano crudo, intenso, desbocado, luego de su expulsión frente al conjunto diabético de Avellaneda conducido por el alcohólico-obeso. El "cometa cómico" surgido de la ferretería de Sarandí había visto el acrílico solferino luego de desplomarse en el área en un ensayo de "Medea", no sin antes insultar al Juez principal del evento. En el sendero a los vestuarios, fiel a la mística ciclónica, el imbécil efectuó todo tipo de gestos a quienes contribuyen a pagar sus excursiones a los puteríos, para solaz de la afición. Uno de esos inadaptados que nunca faltan, con los huevos al plato, intentó hacer justicia por mano propia, lo que derivó en uno de los frecuentes aquelarres que se suceden bajo la Protocolera Norte.

- Con las críticas mesuradas, objetivas y de buena leche, nunca tuve problemas, porque me las paso por el quinto forro de las pelotas, disparó Papu para romper el hielo. Lo que no estoy dispuesto a tolerar es a un carretilla de plateístas culoroto, que no tocaron una pelota ni en la PlayStation, y que me gritan barbaridades y me comparan con mediocres como Montillito, Chatruc y hasta el mismísimo Pachi Ozán. Hay un negro dientudo que hasta me grita "Alleguez". Yo seré de madera, pero también tengo sentimientos, vieja.

La confesión parecía no detenerse.

- Entendeme, querido. Yo, de movida, llegué a este Club y vi que el Gordo Bolsa de Papas le tocaba el quincho al presidente, que el Cuqui venía a entrenar cuando se le acababa la guita para el boliche, que el Chaco llegaba en pedo dos por tres, y dije: "No me van a tomar por pelotudo estos descerebrados manejados por un tartamudo que chupa un faso electrónico, un traficante de efedrina que cambia cheques y un zezeozo revendedor de protocolos. Que, para colmo, le lamen el escroto sudado al dueño de mi pase, que es el regente del prostíbulo -como dice Luisito D'Elía-.". Y ahí me largué: primero le canté las cuarenta al nabo ése que luquea con los pendejos (N. de la R.: se referiría al Sr. Coordinador de las Divisiones Inferiores), me salí con la mía, y seguí de caravana. Cómo no me iba a hacer echar frente al Club de mis amores, con el que sueño triunfar? Encima, era fácil: el árbitro era un mestizo panzón con entretejido, sabía que lo enloquecía al toque.

Ante el abrumador testimonio, este emisario intentó frenar el soliloquio, previendo las funestas consecuencias para el futbolista y para la entidad.

- Dejame que diga lo que me cante el ukelele, hermanito. Acá no pasa una. ¿Vos no viste que se cagaron a bifes el negro tribunero y el obelisco que juega de dos y no voló una mosca? Boedo es Carnaval, lo dice la gente. Nos estaban pintando la jeta once desahuciados y los idiotas seguían cantando contra un equipo de la B, titán. En un Club de verdad, te voltean el alambrado y empernan a los vendidos con una torre de iluminación. Acá, en dos partidos, te vuelven a vivar. Mirá al Burro: se salvó de poner un parripollo en San Martín, y ahora lo aplauden como si fuera Iniesta.

El final fue a toda orquesta, tal como había comenzado.

- Ahora, como vengo del equipo de Papimafi, los pelotudos del Tribunal me van a dar una sola fecha. Y en el Clásico me consagro: se la mando a guardar de emboquillada al bostero vomitador, me saco la camiseta enfrente de la Butte y me agarro bien los huevos. Así van a aprender a silbar estos comemocos. En enero me vende Marce, vuelvo a agarrar una torta de guita, y me olvido de este desierto de mediocres.

Cae la noche sobre el Bidegain y, mientras se vacía, las sombras se apoderan de un San Lorenzo que siempre regala temas para esta fecunda publicación. El escriba, aún atónito por lo escuchado, decide regresar a su nuevo hogar de la calle Ramón Carrillo. Hasta la próxima aventura.

Por Lucho Roccasalvo

Fuente (para aplaudir de pie):
http://www.dislateazulgrana.com/

Esto es efímero!!

Esto es efímero!!
¿Cómo corre el tiempo?