Hoy no tengo ganas de escribir de fútbol. Esto no tiene nada que ver con el técnico, más allá de su nombre. Hoy no tengo ganas de nada, solo de jugar con vos.
Nos fuimos a dormir y, como todas las noches, tenías ganas de jugar. Me despertaste a la mañana, como todas las mañanas, con ganas de jugar, antes de que sonara el despertador para ir a sacar las entradas. Nos fuimos y no jugamos con vos. Pero vos tenías ganas de jugar y jugaste con fuego. Ahora que no te tenemos más, sabés una cosa Monchito, nos morimos por jugar con vos, por sentir que nos mordés los pies y las manos, por verte correr una pelota, o cualquier cosa, o por verte metiéndote abajo de la sábana.
Esta noche nosotros vamos a tener ganas de jugar y mañana también. Y no te vamos a tener. Solo podemos decirte gracias, por habernos dado tanta alegría en tan poco tiempo. Dos meses y medio que parecen haber sido años. Va a faltar alguien en la nueva casa, va a haber un espacio imposible de llenar. Te queremos petiso. Te vamos a extrañar.