
A un año de ser ordenado como sacerdote, sus virtudes hacen que sea elevado al cargo de Director del Oratorio de San Antonio, que se ubicaba en la calle México al 3900, del barrio de Almagro. Allí surge su vinculación con lo que sería luego una de las instituciones más grandes del país: San Lorenzo de Almagro. El Padre colaboró decididamente para que un grupo de muchachos que alentaban la formación de un club tuvieran un lugar donde poder reunirse.
Lorenzo tuvo la suerte de ver crecer al club que vio nacer. Festejó el ascenso a Primera y los títulos amateurs, así como también la primer conquista profesional en 1933. Hasta se dio el gusto de ver a ese formidable equipo campeón de 1946, el de Farro, Pontoni y Martino, que con su juego enamoró hasta a los europeos.
Por iniciativa de los propios hinchas, hoy se emplazarán sus restos en el nuevo Mausoleo construido en su honor, que estará en el Oratorio San Antonio, en México y 33 Orientales, donde él junto a un grupo de jóvenes fundó, hace ya 100 años, a nuestro San Lorenzo de Almagro.